martes, 28 de septiembre de 2010

Figura

Comencé por su delicada silueta, siempre consciente de ser ésta un aspecto fundamental para una primera impresión: la primera sutil pasión.

Silueta, rumor de matiz.

A continuación el color llenó mi visión con tonalidades de un brillo tenue, pero expresivo. Sin embargo, aquel efímero placer pasó a ser un deleite barroco debido al centralizado resplandor de su rostro. Aquella imagen quedó tan bellamente plasmada que pude fascinarme incluso sin ver.

Locura al fin, sana obsesión.

Entonces, impávido, la miré durante un tiempo incomprensible, hasta notar que mi admiración se tornó absurda. Aparecía y se desvanecía ante mí jactándose de ser inalcanzable. Me engañó cuando creí retenerla; fue tangible por un momento y parecía que yo desentrañaba lo que a simple vista se esconde. Y luego, silencio.

Escurridiza imagen.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Apenas te conozco y ya siento que llevamos más de una vida juntos.

Te siento tan cercana, tan esencial.

Siento que te puedo tocar con solo estirar el brazo, y sin embargo, seguimos a una eternidad de distancia. Pero qué es la eternidad, sino el tiempo que espera la lucha que nunca se intenta.

Y tu siempre estás ahí, siempre tan serena, inmutada. Quisiera saber en qué piensas.

La boca, su boca. No puedo resistirme a esa boca.

El piano en el tango tiene la función de marcar tiempos de una manera muy particular, sobretodo cuando hay un bandoneón en primer plano, por así decirlo. Brinda soporte, guía a las voces desenfrenadas de éxtasis del cello y el bandoneón, y al mismo tiempo, sus acordes dan profundidad a la nostalgia y nostalgia a la profundidad. Se queda oculto, no deja ver su rostro, sólo sabemos de su presencia por que lo sentimos en lo más recóndito del alma.

La nostalgia es un sentimiento tan fácil de sentir y tan intenso de expresar.

Sus ojos y su boca, pero su boca. Desde el primer momento: los labios más besables.